Y después había venido el tiempo de los primeros síntomas de su madre. Primer recuerdo, la confusión que había experimentado un domingo en un cine, cuando, en mitad de la película, su madre le había preguntado por qué habían apagado la luz. Mente de colador en la que ya no dejarían de abrirse otros agujeros en la memoria, pequeños, y después cada vez más grandes; los que le hacían confundir la cocina con la sala de música y provocaban gritos insoportables porque el piano de cola había desaparecido… Desaparición de materia gris, que le hacía olvidar el nombre de sus allegados. Un abismo, el día en que había exclamado mirando su hija: “¿Qué hace esta chica tan guapa en mi casa?”. Un vacío infinito el de aquel mes de diciembre, tanto tiempo atrás, en que una ambulancia había ido a buscarla, después de que le hubo prendido fuego a su bata, inmóvil, maravillada aún por el poder descubierto al encender un cigarrillo, ella, que no fumaba.
Una madre que murió unos años más tarde en una clínica de Nueva Jersey sin haber reconocido nunca a su hija.
Las cosas que no nos dijimos, Marc Levy
2 comentarios:
te lo has leído??!!
me gustó mucho la verdad, marc levy es un fenomeno segun mi humilde opinión!
estoy terminándomelo que me lo regaló el viernes mi hermano para que yo le regalara otro y después leerse él éste ejje
me está gustando mucho, pero es que está pate es súper triste, hasta me hizo llorar
lo del muro de Berlín también me ha chocado mucho
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