¿Has sabido alguna vez que yo también te miraba?

miércoles, 1 de julio de 2009

Mi gran amiga Daisy

Me atrevería a decir que es imposible ir a cualquier montaña y no encontrarse con ningún rastro de vida. Este fin de semana, mis amigos y yo, creíamos que no encontraríamos a nadie, pero estábamos equivocados.



La dulce perrita Daisy (nos enteramos de su nombre al final del trayecto, antes la llamábamos Cachipuli) se escapó de su casa en Barbaruens persiguiendo a un corzo y acabó encontrándonos subiendo el pico Cotiella (2912 m.).
Daisy nos hizo compañía durante todo el camino incluso nos tirom piedras para entretenerse, algo muy peligroso en la montaña, supono que sería por venganza por hacerle andar todo lo que andamos nosotros (11 horas y media, nada más y nada menos).



En la montaña siempre hablas con la gente y compartes experiencias pero no suele pasar de ahí. Daisy fue diferente. Me salvó la vida. Primero fueron los avistamientos de las cabras, así empezó todo. No les debió gustar que las grabara en video así que, más tarde hubo una estampida de cabras que pasó mu cercana de mis pies. Entonces surgió el miedo. Una de ellas se colocó frente a mí y me miró. ¿Qué debía estar pensando? Agachó la cabeza y miró las botas que me había quitado para estar más cómodo mientrsa comíamos. NO sabía lo que podía pasar, ¿me iba a comer? ¿iba a comerse mi bota? Toda eran dudas y sudor, mucho sudor. Entonces, tumbada tras de mí se levantó como un rayo y, Daisy, espantó a la cabra, que fue a reunirse cn su manada. La manada me miraba desde la lejanía pero ya no tenía miedo, porque mi gra amiga Daisy estaba conmigo.