¿Has sabido alguna vez que yo también te miraba?

sábado, 31 de enero de 2009

Amabilidad estratosférica

¡Seguro que ya echabáis de menos a mi hermanito, eh! Voy a contaros una historia que le pasó este martes en Madrid, cuando iba a ver cómo grababan “Aída”. La serie, no la ópera.
“Aída” se graba en los estudios de “Globomedia”, donde también se encuentra el plató de “Sé lo que hicistéis…”. Por la tarde estuvieron por el plató, pero hubo algo que a mi hermano le llamo la atención: debajo de la mesa de Patricia Conde, ocultada del público, había una lata de Coca-Cola. Pero eso no fue lo que llamó su atención, sino que junto a ella yacían los papeles de unos calameros que, literalmente, mi hermano venera. Son unos caramelos de fresa que parecen gominolas, la verdad es que están muy buenos y raro es el día en el que no hay ninguno por casa. En días de “supervivncia total” en el piso, a falta de alimentos, le han servido para poder pasar una cena tras la ingestión de incontables unidades. Como no podía ser menos, mi hermano se había llevado una bolsa bastante llena al viaje.
Al parecer él se quedó atónito con la imagen de la Coca-Cola y el montón de papelines que Patricia no había recogido. ¡Dudo incluso que Dios supiera lo que pasaba por su mente! De pronto salió de su trance, pestañeó levemente e hizo un pequeño movimiento. Su voz no fue capaz de articular palabra así que recurrió a la señalización, nadie sabía lo que pasaba.
Se acercó lentamente hacia la mesa. Cuando la alcanzó, se puso de rodillas y sacó todo los papeles que habían perdido su dulce corazoncito, dejando los caramelos que le quedaban para el resto del viaje junto a la Coca-Cola. Se levantó y respiro profundamente,
-Así está mejor- se dio la vuelta y continuó vagando por diferentes platós.



¿Qué la gran Patricia Conde se queda sin caramelos? No mientras Raúl siga siendo estraosférico. Sé que no tiene grandes poderes pero, sin duda alguna, es un héroe de la Edad Etratosférica.

sábado, 24 de enero de 2009

Música para relajarse en tiempos de estrés II

El amigo de la cueva opina que en estos días que tanto odiamos los universitarios se debe escuchar música para relajarse. ¿De verdad? Si me pusiera a escuchar ahora cualquiera de mis muchos CD´S de música clásica o alguno de mis CD´S relajaditos y de estilo más adulto me quedaría frito a las 4 líneas de empezar a leerme los apuntes.
¿De verdad hay que relajarse o tenemos que ponermos en tensión para qué nada exterior nos afecte?
¿Escuchar una buena balada o ponerte este video con el volúmen a tope para empezar a estudiar totalmente atento a todos los detalles?

METALLICA- Master of Puppets


Yo la verdad, me quedo con mi opción o me pasará como me ha pasado esta tarde, que me he quedado totalmente traspuesto.
Pero, aunque en estos días inciertos la canción me duerma, hay que reconocer que tanto el video como la canción son muy buenos.

AMARAL Perdóname

sábado, 17 de enero de 2009

Hoy me hago un pelín más viejo.

Recuerdo a todos los Luismi que he sido y me muero de ganas por conocer a los que seré.

Me viene a la cabeza con gran orgullo aquel rebelde con la causa ya perdida que fui cuando me creía más mayor que ahora. Con la frente bien alta recuerdo aquellos duros días en los que el corazón me impedía tirarme al suelo y gritar “¡me rindo!”. ¡Que grande era aquel Luismi que luchó y luchó por callar la enorme bocaza de una mala profesora y sus malas alumnas que sacaban sobresalientes tan sólo con escribir su nombre! Era valiente y aguantó en pie, pero no consiguió nada… o eso creía yo.

Con menos orgullo, pero sí una sonrisa, recuerdo a aquel niñato de 6º de primaria que decidió dar la espalda a todo y hacer solo lo que le saliera de los cojones. Ese pasivo-agresivo niño tuvo a mi primera novia. Recuerdo mis primeras citas, ella por una acera y yo por la otra. Este Luismi perdió a los amigos y consiguió que sus padres se enfadaran más lo debido, sí, pero supo arreglarlo e incluso mejorarse a sí mismo.

¡Cómo olvidarme de aquel idiota que se creía enamorado! Que feliz era en mi ignorancia, pero que mal lo pasó una persona por eso y, de rebote, yo. Pero me siento feliz al pensar en ésto porque, al final, Luismi se enamoró de verdad.

Tengo muy presente al Luismi obsesivamente friki, que apunto estuvo de perder la poca cordura que tenía por culpa de un videojuego. Si me prohibían jugar en casa, me escapaba a la de mis abuelos, no comía, apenas dormía… Cuando mis padres se decidieron a llevarme al psicólogo me pasé el juego y volví a salir la luz. Fueron dos meses muy duros.

¡Hablando de escaparse de casa! Me divierto cada vez que me cuentan la historia de aquel pequeño aventurero que apenas se mantenía en pie y que todo el barrio buscaba por todos los rincones mientras yo estaba jugando con mis muñecos de Dragon Ball Z en el armario de la despensa con una linterna para alumbrarme.

Más moderno es el que he llamado Luismi Destroy (“Avalancha fracasada”), que surgió de la evolución de uno anterior no nombrado. Este Luismi es el culpable del Genocidio de Neuronas que tantas nuevas experiencias a traído a mi vida, buenas muchas y malas algunas. Es con el que más he aprendido sobre las personas, sin duda.

No me voy a olvidar de aquel que descubrió la serie de libros Dragonlance y se pasó todo un verano creyéndose capaz de ser escritor de una serie de novelas fantásticas, con horario fijo y todo. A causa de éste, llegó el que a veces era poeta y, como evolución, existe el músico. Al que más quiero, sin duda. Su particular forma de entender la belleza de la música, su capacidad de maravillarse con tan sólo escuchar un acorde, su tosca garganta al recitar, sin gran corazón voz al cantar, su rápida lengua con el saxo, su afán por mejorar, sus ganas de llevar al límite de la perfección todo lo que hace, sus ganas de tocar con sus amigos, su guitarra, su guitarra, su guitarra… su amada guitarra.

Me faltan más de dos, pero ya es bastante por hoy. Así he sido, soy y seré. Muchas formas de una sola persona que sigue evolucionando y seguirá haciéndolo hasta que el tiempo diga: “basta”.

miércoles, 14 de enero de 2009

Siempre un poco más allá

¡Hola, cachorros!
El otro día hicimos con los amigos de Zaragoza el famoso "Amigo Invisible". Salieron regalos muy curiosos, en especial uno... que fue un poco más allá. Este es el texto que explicaba mi regalo, que mi amiga tuve que leer en voz alta delante de todo el mundo:

¡Qué alegría me llevé cuando abrí el papelito de esta excusa para pasar un rato todos juntos a la que hemos llamado Amigo Invisible y apareció tu nombre: MORENA! ¡A no! Mmm… ¡SARAY! Me pudo el entusiasmo y no me di cuenta de que al haber aparecido tu nombre en el papelito, tenía que comprarte un regalito (atenta al pareado). ¡Casi me da un chungo! Llegué a pensar incluso durante un par de minutos, hasta que me olvidé porque algún otro asunto que merodeaba por mi cabeza, no de mayor importancia, pero suficiente para distraerme. Ya se sabe, por culpa de la mosca murió la vaca (sí, es un dicho).
Dos días después me había olvidado del amigo invisible, pero leí algo que me hizo recordarlo: tu nick. Recuerdo bien que ponía: “¡Quiero un Príncipe Rosa!” y yo recordé entonces a mi amiga invisible y pensé: “Pues lo tendrás”.
Primero pensé en escribirte un cuento con un príncipe vestido de rosa como protagonista, que se metían con él por sus ropas femeninas, pero me pareció poco divertido.
Después dejé de pensar, pues me fui a estudiar (pasar la tarde en casa de un amigo jugando a la Play).
Pasaron un par de días cuando apareció por mi mente la imagen que ahora mismo contemplan los presentes (esperemos que sea pasajera…). Yo sería tu Príncipe Rosa.
El hecho de haber tomado semejante decisión complicó mucho el asunto del regalo, pues tenía que hacerme un disfraz para el cual, sin duda alguna, necesitaba ayuda. Menos mal que mi madre sabe coser de puta madre, vamos. Pero que conste en acta, por favor, que si el disfraz es así de cutre es porque yo participé en el desarrollo del mismo, perjudicando todas las mejoras que parecían aparecer sobre la tela. Finalmente, cuando no quedaba esperanza por un buen disfraz, me mandaron al paro.
Ya con la cabeza fuera de la tela, pensé que tenía que ir más allá y escribir algunos versos tan poéticos como tu presencia requiere. Pero para escribirte mal verso, te escribo mala prosa, que, aunque el adjetivo sea el mismo, parecerá más bonito.

Creído el regalo terminado, por culpa de algún que otro cubata de más, pensé que no existía buen príncipe sin buena princesa, así que decidí en el instante buscar una de las nombradas y, después de alguna calabaza que otra (según me han contado, yo no me acuerdo), decidí que no existiría mejor princesa a la que coronar que a mi buena amiga Saray, la cual nunca me rechazaría porque yo le entrara diciendo: “Hola señorita, vengo de un lejano reino para coronarte con mi corona. Es de cartón, sin duda, pero simboliza el amor que yo proceso por mi verdadera Princesa, que está en Zaragoza”. Supongo que bien imaginado será entre los oyentes que esta historia no se corresponde con la realidad, pero le da un toque divertido al asunto, pues ya estaba decayendo un poco. Pero, ¿por dónde iba? ¡A sí!, que tú eres mi Princesa, y, por ello, te corono como tal con todo el cariño que te tengo, que bien sabes que es mucho.
Yo ya descansaba en paz, conforme con mi regalo y creyendo que te haría feliz, pero entonces se me ocurrió pensar que este acontecimiento monárquico debía quedar inmortalizado con un cuadro y, a falta de buenos pintores por aquí, nos inmortalizaríamos con una foto. Así que en un intento de huir vagamente del ridículo, decidí comprar un marco feo, para que resaltara la belleza de sus adentros.
(Respira un poco que ya te debes estar cansando de tanto leer)
Y siento que esto termine así, mi Princesa, pero no hay más sorpresa por hoy. Pero ya sabes que los senderos del destino nos engañan con sus ilusiones y, mañana, este acto de ridículo puede que sea olvidado. Pero, lo que sin duda has de recordar, es que un día un capullo de tu clase te demostró que haría cualquier cosa por ti, incluso disfrazarse de un falso Príncipe que a sus vez va disfrazado de chicle de fresa, solo por verte sonreír.


¡Esa morena!

viernes, 9 de enero de 2009

Cada uno elige

MARÍA LA HIERBABUENA - Iratxo

A ratos se marcha la cordura, pierde el tren y sigue al rato
Cogiendo aire en cada parada, en cada estación
Ya se queda en otoño
Que no le sale el sol, que se vuelve cuerda la locura
Dando ganas de romper el cielo
Y a ratitos gritando... te anhelo.

Es más fácil seguir de pie por las aceras
Que torcer por el medio de la carretera
Luchar contra miradas, palabras y la ignorancia
Que ponerle una bomba al corazón.

Un abomba de colores de Maria la Hierbabuena
Que las frases ya hechas me huelen a pena.
Distinguir por las faldas y quién vale más
Pactar con el mismo diablo cada día otro placer
Bajarse desnudo en el último andén…


Quedo manchado con vida
Palabras absurdas escritas escondidas
Soltando el aire como el que esnifa
Polvo blanco de algún lavabo.

Que se vaya el sol a otro planeta
Que sobran luces por la almohada
La locura quiere noche y luna
Huye de un cielo podrido del rencor

Es más fácil tirarse al suelo a la primera
Que levantar el puño y luchar por una tierra
Encabronarse con el mundo cada día un poco más
Degradar de la mente la cordura.

Un abomba de colores de Maria la Hierbabuena
Que las frases ya hechas me huelen a pena.
Distinguir por las faldas y quién vale más
Pactar con el mismo diablo cada día otro placer
Bajarse desnudo en el último andén…




Los sentimientos se confunden, nos engañan… Ahora estoy bien, ahora estoy mal y, mañana, Dios dirá. Hay días que dudo que exista el amor y otros que me parece lo más real y sagrado de este mundo al que apenas le queda cordura.
Hubo un momento en el que me prometí renunciar al amor, ¿puedes renunciar a un sentimiento? Tal vez sí, tal vez no o tal vez no sea renunciar, sino escapar. Tengo dudas sobre la existencia del amor ahora mismo, pero creo en la obsesión. La obsesión es similar al amor, pero no es un sentimiento. ¿Cómo los diferencias? Ni idea, el tiempo lo acaba aclarando todo, supongo.
¿Cómo huir de un sentimiento? Según mi experiencia, no se puede. Puedes creer que no estás enamorado cuando estás solo, pero lo estás, siempre hay alguien contigo: tus amigos, tus amigas, tu familia, tu perro… Siempre tienes a alguien.

Últimamente he tenido conversaciones con una amiga que lleva bastante tiempo con un tío al que dice “querer” y comprobé que, según lo que yo le dijera, el punto desde el que tratara la conversación, sus sentimientos hacia él cambiaban. Hubo un extremo en el que estuvo a punto de dejarlo pero, al día siguiente, cambié totalmente la forma de hablar con ella sobre él y, de pronto, volvía a quererle. Es una amiga que lleva más de un año con ese tío, no es ninguna tontería lo que tienen juntos. ¿Eso es amor? Espero que no.

¿Qué cojones hago yo? ¿Me aferro a un rayito de Luna que rebote en el espejo y me inspire las palabras de amor o me fumo un cigarro en la cama con alguien que se engañe y crea que lo que sentimos es amor cuando sabemos perfectamente que no lo es?
Hay momentos en los que no importa el amor, hay momentos en los que es bueno engañarse, pero hay momentos en los que es bueno desengañarse. Cada uno elige.